Visitar la montaña, catalogada como Parque Natural, es una mezcla de encuentro con la Naturaleza y baño en las cristalinas aguas azules de las playas de arena fina que se extienden por las estribaciones frente al Atlántico.
Figueirinha, galardonada anualmente con la Bandera Azul desde hace más de una década, es una de las más grandes y buscadas por los visitantes. Sin embargo, existen pequeños refugios, verdaderos enclaves entre la silueta de las montañas, como Galapos y Galapinhos -considerada en 2017 la playa más bonita de Europa-, que pueden seducir a quien busca la paz de los lugares más apartados. En el camino, frente al arenal de Creiro, la curiosa Pedra da Anicha surca la “llanura oceánica”, emergiendo del agua y ofreciendo refugio a diferentes especies marinas, por lo que fue catalogada como Reserva Zoológica. En tierra, para los amantes de la historia, existe la oportunidad de visitar la estación arqueológica de Creiro, yacimiento de los restos de un complejo industrial romano de salazón de pescado.
En el camino de acceso a Portinho da Arrábida, una de las “7 Maravillas Naturales de Portugal”, se encuentra Lapa de Santa Margarida, a la que se accede descendiendo una larga escalera que serpentea por la pendiente hasta el nivel del mar. Aquí se encontraron los vestigios más antiguos de la presencia del Hombre en las montañas, que datan del Paleolítico Inferior.
Subiendo la montaña, por la carretera panorámica, encontrarás paisajes impresionantes. Varios miradores naturales aparecen como de la nada entre las curvas de Arrábida y te dan ganas de hacer un alto cada cinco minutos.
En el corazón de las montañas, admire el Convento da Arrábida, que, desde 1542, ha salpicado armoniosamente de blanco la ladera verde.
De vuelta en Setúbal, en lo alto de la montaña, se justifica una parada en los miradores a lo largo del camino.